viernes, 1 de julio de 2011

Stephen Hawking.- EL UNIVERSO EN UNA CÁSCARA DE NUEZ




Stephen Hawking.- EL UNIVERSO EN UNA CÁSCARA DE NUEZ



Albert Einstein, el descubridor de las teorías especial y general de la relatividad, nació en Ulm ( Alemania) en 1879, pero al año siguiente la familia se desplazó Múnich, donde su padre, Hermann, y su tío, Jacob, establecieron un pequeño y no demasiado próspero negocio de electricidad. Alberto no fue un niño prodigio, pero las afirmaciones de que sacaba muy malas notas escolares parecen ser una

Ulm
exageración. En 1894, el negocio paterno quebró y la familia se trasladó a Milán. Sus padres decidieron que debería quedarse para terminar el curso escolar, pero Alberto odiaba el autoritarismo de su escuela y, al cabo de pocos meses, la dejó para reunirse con su familia en Italia. Posteriormente completo su educación en Zurich, donde se graduó en la prestigiosa Escuela Politécnica Federal,
El Politécnico de Zurich

conocida como ETH, en 1900. Su talante discutidor y su aversión a la autoridad le impidieron ser demasiado apreciado por los profesores de la ETH y ninguno de ellos le ofreció un puesto de asistente, que era la vía normal para empezar una carrera académica. Dos años después, consiguió un puesto de trabajo en la oficina suiza de patentes en Berna. Fue mientras ocupaba este puesto que, en 1805, escribió tres artículos que el establecieron como uno de los principales científicos del mundo e inició dos revoluciones conceptuales -revoluciones que cambiaron nuestra comprensión del tiempo, del espacio y de la propia realidad.

Hacia finales del siglo XIX, los científicos creían hallarse próximos a una descripción completa de la naturaleza. Imaginaban que el espacio estaba lleno de un medio continuo denominado el éter. Los rayos de luz y las señales de radio eran ondas en este éter, al igual que el sonido consiste en ondas de presión. Todo lo que le faltaba para una teoría completa eran mediciones cuidadosas de las propiedades elásticas de éter. De hecho, avanzandose a tales mediciones, el laboratorio Jefferson de la universidad de Harvard fue construido si ningún clavo de hierro, para no interferir con las delicadas mediciones magnéticas. Sin embargo, los diseñadores olvidan que los ladrillos rojizos con que están construidos el laboratorio y la mayoría de los edificios de Harvard contienen grandes cantidades de hierro. El edificio todavía se utiliza en la actualidad, aunque en Harvard no están aún muy seguros de cuanto peso puede sostener el piso de una biblioteca sin clavos de hierro que lo sostengan.

Hacia finales del siglo, empezaron a aparecer discrepancias con la idea de un éter que lo llenara todo. Se creía que la luz se propagaría por el éter con una velocidad fija, pero que si un observador viajaba por el éter en la misma dirección que la luz, la velocidad de ésta le parecería menor, y si viajaba en dirección opuesta a la de la luz , su velocidad le parecería mayor.
Máquina con la que Fizeau midió la velocidad de la luz por primera vez (1849)

Sin embargo, una serie de experimentos no consiguió confirmar esta idea. Los experimentos más cuidadosos y precisos fueron los realizados por Albert Michelson y Edward Morley en la Case School of Applied Science, en Cleveland (Ohio), en 1887, en que compararon la velocidad de la luz de los rayos mutuamente perpendiculares. Cuando la Tierra gira sobre su eje y alrededor del Sol, el aparato se desplaza por el éter con rapidez y dirección variables. Pero no observaron diferencias diarias ni anuales entre las velocidades de ambos rayos de luz.. Era como si ésta viajará siempre con la misma velocidad con respecto al observador, fuera cual fuera la rapidez y la dirección en que este se estuviéra moviendo.

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